Un acercamiento al proceso creativo de Goya centrado en su última etapa, la de las pinturas negras, plasmadas en las paredes de la Quinta del Sordo.
Observando la obra pictórica de Goya, su biografía y la sociedad española de su tiempo como inspiración, presentamos un espectáculo de títeres y objetos contemporáneo, de estética rotunda, que transmite al espectador de una manera vivencial el imaginario de un artista capital en nuestra historia. Proponemos una inmersión sensitiva en la cabeza de un genio que ensanchó el sentido profundo del arte y el artista, y lo hizo de una manera tan activa y comprometida que su espíritu todavía vibra y resuena dentro de sus obras.
NOTA DEL DIRECTOR:
Todos aquellos que han querido indagar en el significado de las pinturas negras de Goya más allá de su substancia pictórica han acabado viéndose enfrentados a un imposible. No me veo yo, ante semejante evidencia, siquiera con el ánimo de pretenderlo, aunque fuere con las provechosas herramientas que brinda el arte teatral.
Después de contemplar las obras en el museo del Prado y procesar la instantánea agitación interior que causan, me detuve esperando a que el pensamiento concretara un asidero.
La descarnada necedad en los rostros, el brillo de crisol en las córneas, la violencia cruda, los tumultos en procesión, el horizonte muerto, los atmosféricos celajes, lo irremediable de todo cuanto en esas paredes despegadas se representa… y el perro. Todo me resultó intolerable.
Sentí cómo se anudaba una víscera.
Del mismo modo que la representación teatral cataliza la angustia y la desazón humanas, el pintor verdadero, con sus proyecciones, desactiva las acometidas más oscuras de la razón.
Pintar todas esas escenas para que custodien tu intimidad encierra un misterio fascinante. Aterradoramente fascinante. El arte, puede que, sin pretenderlo, es valiente. El pintor, el poeta… Valiente consigo mismo.
Jaume Policarpo