Chema Cardeña: "La memoria histórica es una asignatura pendiente"

Per María García Torres

Precisamente en Sala Russafa, el centro cultural que impulsa y gestiona la formación valenciana, del 6 de febrero al 1 de marzo se pudo ver este drama que interpreta el propio Cardeña junto a Juan Carlos Garés, Iria Márquez y Rosa López.

¿De dónde nace este proyecto y cuánto tiempo te ha costado madurarlo?

Empecé a trabajarlo hace mucho tiempo, me interesó conocer qué obras de arte de la colección de El Prado habían estado protegidas en las Torres de Serrano durante la Guerra Civil. De ahí fui tirando del hilo, había algunas que nunca se recuperaron, que estaban clasificadas como ‘perdidas’, como ‘desaparecidas’ o como ‘destruidas’. Me hizo pensar en cuánta gente de aquella época podía tener las mismas etiquetas, en un bando y otro. Ahí se empezó a gestar esta historia.

¿Este nuevo espectáculo sigue la estela de Shakespeare en Berlín, ya cuatro temporadas en gira?

En cierto sentido sí, porque también habla de la historia reciente y de la memoria. Pero aquí he tenido que romper mi pudor para hablar de España. En las producciones de Arden no había tocado ese tema desde La puta enamorada, siempre te da cierto respeto hablar de tu país. Y sé que va a haber controversia porque la gente sale muy tocada de la función. Todos tenemos historias de familiares o de amigos que están relacionadas con el conflicto. Han pasado muchos años pero todavía estamos conectados con ese enfrentamiento que era entre vecinos, entre hermanos. Me ha costado mucho superar mis propios miedos, mis tabúes, mis prejuicios… pero creo que los creadores tenemos que estar comprometidos con nuestra época y el tema de la memoria histórica es una asignatura pendiente. Nos han crispado mucho, nos han enfrentado, nos han obligado a posicionarnos pero, realmente, no ha habido una reflexión sobre este tema. Con La invasión de los bárbaros invitamos al público a que se tome su tiempo, a que piense, a que desarrolle sus propias ideas sobre un pasado que, si no comprendemos, tenemos el riesgo de repetir.

La pieza transcurre entre 1939 y 2009, con dos tramas que discurren en paralelo, ¿cómo se traslada eso al escenario?

Lo hemos dividido en dos, una misma mesa tiene una parte en 1939, más tosca, como parte del mobiliario de los sótanos de las Torres de Serrano donde se está interrogando a una conservadora de arte sobre un cuadro desaparecido. La otra parte de la mesa está en el despacho de un político conservador al que acude una activista de la memoria histórica para tener una reunión. Las escenas se van alternando, las dos historias van avanzando, a veces se entrecruzan y hasta comparten diálogos. Es una de las cosas que más estremecedoras resultan, ver que las mismas frases, los mismos argumentos, se han seguido usando tantos años después.

Los papeles femeninos de esta obra representan el progreso, la libertad. Mientras que los hombres son todo lo contrario. ¿Es casualidad?

En absoluto, las mujeres en el periodo republicano eran verdaderas progresistas, no hay más que ver a políticas como Clara Campoamor o Victoria Kent, que eran muy cultas. Era un periodo esperanzador, se consiguió el voto para la mujer, incluirla en los gobiernos, educación universal… En 2009 también las mujeres estaban liderando muchas luchas y tenían un papel fundamental en la recuperación de la memoria de sus familiares desaparecidos en la guerra. En esta obra, ellas representan la fuerza y la razón. En cambio, con los personajes masculinos me costó mucho empatizar, descubrir la humanidad que había en ese teniente franquista y ese alcalde conservador, pero era importante entenderles, como lo es que los espectadores también puedan escucharles.  

¿Qué papel juega el cuadro que da título a la obra, La invasión de los bárbaros?

Este cuadro de Ulpiano Checa figuraba como desaparecido en los archivos de El Prado después del conflicto. La obra empieza precisamente con el interrogatorio sobre su paradero. En realidad, no se sabe qué pasó con él, ya solo quedan reproducciones, el original desapareció. Pero me parece una obra fascinante porque representa el momento en que está cayendo el Imperio Romano, se ve la enorme crueldad de los bárbaros, se adivina qué va a pasar al minuto siguiente, aunque no puedas verlo. Me parece que es muy parecido a lo que pasó aquí hace 90 años, que se perdió el civismo. Y es lo que puede acabar pasando hoy día, si no aprendemos de nuestro pasado.

La obra se ha estrenado en Barcelona, ¿cómo ha sido la recepción del público?

Estrenamos la obra en un momento muy intenso, pocos días después de la sentencia sobre ‘El Procés’. Es curioso porque con Shakespeare en Berlín nos pasó lo mismo, estrenamos un día de otro momento importantísimo para la ciudad: el 2 de Octubre, después del referéndum por la independencia. Fue toda una experiencia porque La Invasión de los bárbaros habla de las dos Españas que están divididas, pero también de las herramientas que tenemos para superar esa ruptura. Y se notaba que el mensaje llegaba al público de una manera especial, escuchabas cómo reaccionaban frente a lo que compartían y a lo que no, cómo comentaban ciertos diálogos. Hubo un silencio antes del aplauso final, que fue muy cálido. Creo que los espectadores estaban emocionados por lo que acababan de ver porque la verdad es que la obra va más allá de lo político, habla de lo humano y del papel del arte para despertar la curiosidad, para que surjan preguntas a las que buscar respuestas. De que mantiene la mente activa y, a través del conocimiento, nos hace libres. Es muy importante que no perdamos la capacidad de pensar, que la vorágine y la inmediatez, la respuesta rápida que caracteriza a nuestros tiempos, no nos hagan manipulables.  

Precisamente, para estimular esa reflexión y espíritu crítico, Sala Russafa ha organizado cuatro sesiones de “Viernes Fórum”. Después de las representaciones del 7, 14, 21 y 28 de febrero de La invasión de los bárbaros, el público podrá compartir su experiencia sobre la obra con el equipo artístico y con un invitado especial, que irá variando cada viernes, venido del ámbito político, social o académico para aportar su bagaje profesional y personal a estos coloquios sobre pieza.