Teatro

"'El perfume del tiempo' nos advierte de que nunca estamos fuera de peligro de la barbarie"

ENTREVISTA AL AUTOR Y DIRECTOR DE 'EL PERFUME DEL TIEMPO'

En 2016 Chema Cardeña inició la 'Trilogía de la memoria', una investigación escénica con el fascismo como eje. Con la voluntad de poner de manifiesto a través de historias anónimas las consecuencias de los gobiernos y dictaduras fascistas, buscaba invitar a los espectadores a reflexionar sobre los peligros de la ultra derecha. Shakespeare en Berlín fue la primera de las tres obras que componen esta trilogía, ambientada en el nacimiento, victoria y caída del nazismo. En 2020 llegó el momento de hablar del caso español con La invasión de los bárbaros, donde la búsqueda de los olvidados en las fosas comunes y cunetas compartía protagonismo con la defensa del arte y la cultura como herramienta de salvación. En 2022, el autor y director escénico ha concluido esta trilogía con el estreno de El perfume del tiempo, que del 9 de febrero al 5 de marzo programa la Sala Ruzafa de Valencia.

Un médico militar retirado que disfruta del tiempo libre creando fragancias, su hijo mayor y la pequeña, con quien comparte mayor complicidad, son el núcleo familiar que sacude la llegada de una de las abuelas de la Plaza de Mayo. La compañía valenciana Arden presenta un espectáculo ambientado en Argentina, que retracta los hechos ocurridos y los que quieren olvidarse de una campaña de aniquilación de la oposición ideológica a la dictadura entre 1976 y 1983 con consecuencias que perduran hoy en día.

El espectador irá recibiendo pistas, piezas del puzzle de esta historia que debe completar mientras avanza una trama sobrecogedora, que recuerda los peligros de la propaganda política y la aceptación social acrítica de sus dogmas. Cuando la ultra derecha sigue su ascenso mundial, el nuevo espectáculo de Arden despierta emociones y reflexiones.

El espectáculo 'El perfume del tiempo' está ambientado en Argentina, ¿por qué eliges precisamente esta historia para cerrar la Trilogía de la Memoria?

Porque después de centrar las dos primeras obras en Europa, quería ampliar el punto de mira a otra parte del mundo, especialmente en Latinoamérica, tan cercana a nosotros.

¿Qué buscan provocar en el espectador las prendas que forman parte de ella, 'Shakespeare en Berlín', 'La invasión de los bárbaros' y 'El perfume del tiempo'?

Reflexionar sobre el pasado más inmediato y las consecuencias de unos hechos que hoy en día mucha gente ha olvidado, pero cuyo germen está presente entre nosotros. Advertir que nunca estamos a salvo de la barbarie, la ignorancia y la intolerancia, que todos estos hechos ocurrieron de verdad y no son sólo “historia”.

Ha definido el 'sello Arden' como teatro que utiliza el pasado para hablar del presente. ¿Qué nos dice 'El perfume del tiempo' sobre nuestra sociedad?

Que no hay peor crimen para una sociedad que la desinformación y el desinterés por la realidad que les rodea, los falsos dogmas, las mentiras oficiales y la falta de compromiso con la verdad. Éste es el mejor caldo de cultivo para el resurgimiento de los totalitarismos y el fascismo.

Una vez más, una historia pequeña sirve para contar la Historia, con mayúsculas. ¿Qué trama encontrará el espectador que acuda a ver 'El perfume del tiempo'?

La trama de la obra es bastante sencilla, incluso yo diría que básica, que tiene su centro en el núcleo familiar, en el ecosistema más robusto de la sociedad. Es aquí donde poco a poco se irá tejiendo una trama que nos lleva a conocer una realidad que afecta a la propia familia y como una onda expansiva a toda una sociedad. Todo esto en una coyuntura donde el país estaba dando en ese momento una imagen de modernidad y progresismo, organizando incluso un mundial de fútbol.

El equipo es fundamental en la puesta en escena. ¿Con quién has colaborado y qué aporta al espectáculo?

Primero con un reparto (Juan Carlos Garés, Manuel Valls, Iria Márquez, Marisa Lahoz y la colaboración de Lucía Poveda) que es la base de la prenda. Unos actores y actrices que encarnan a la perfección su rol en la obra. Luego con un escenógrafo, Luis Crespo, que ha sabido sintetizar muy bien los espacios en los que transcurre la acción. Una diseñadora de vestuario, María Poquet, que ha creado un propio lenguaje en el atuendo de los actores, utilizando un color determinado para cada uno con su propio significado. Una iluminación minimalista pero precisa de Pablo Fernández y una creación de audiovisual, realizada por el argentino Fede Caraduje, todo un documento histórico de la realidad paralela de nuestra historia. Un equipo que ha aportado rigurosidad y credibilidad a la historia que quería contar.

Por primera vez no te has centrado en la dirección y autoría, sin formar parte del elenco de la obra. ¿Cómo has vivido ese cambio de rol?

Ha sido sanador y reconciliador. Por fin he podido crear una historia desde fuera, sin la presión de actuar al mismo tiempo. Me ha dado perspectiva, objetividad y realidad, y me ha devuelto a la dirección pura y dura. En el oficio concreto, sin tener que sacrificar nada por el hecho de actuar al mismo tiempo. Es muy probable que continúe un tiempo en esta línea.

Para esta historia, al igual que para el resto de la trilogía, has escogido un tono de thriller dramático. ¿En qué consiste exactamente y por qué crees que puede ser más atractivo para el espectador?

Creo que es un género que siempre atrae e interesa y que hace que la historia no se convierta en un docudrama o en un novelón. Le confiere más agilidad y le acerca más al gran público.

¿Puede el espectador español y valenciano sentirse identificado, interpelado por esta historia? ¿Cuáles son las reacciones del público después de las primeras funciones en Andalucía y Extremadura?

Para bien o no es una historia universal. Unos hechos que han ocurrido y que desgraciadamente pasarán por todo el mundo en el futuro. No importa la nacionalidad. La empatía funciona en el ser humano, y cuando se plantean hechos tan claros en los que la conciencia y la moral se ven seriamente tocadas, la respuesta suele ser muy buena. Así nos ha ocurrido en Cáceres y en Sevilla donde se pudo ver la obra a finales de 2022. Lo menos relevante es donde ocurrió. La historia en sí mismo es lo que importa. Sin embargo, es muy fácil establecer paralelismos con hechos que han ocurrido en nuestro país en el siglo XX, hasta hace poco, y que como otros tantos hechos que tuvieron de cómplice en el poder político, se silenciaron deliberadamente.

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